En muchos países empieza a plantearse la demanda de una nube nacional. ¿Es este el futuro de las aplicaciones seguras en la nube o se trata de un anacronismo? Proponemos un debate en torno a esta cuestión de seguridad, que para algunos es subjetiva y para otros real.
Los defensores de las nubes nacionales esgrimen generalmente dos argumentos: la protección contra el acceso a los datos por parte de organismos extranjeros y los diferentes marcos jurídicos de cada país en materia de protección de datos.
Acceso a los datos
La necesidad de proteger los datos contra el acceso por parte de autoridades de cualquier naturaleza de otros países es a menudo el punto de partida para justificar una nube nacional. La propuesta es que la nube se ubique también en el propio país del usuario para así prevenir cualquier intervención por parte de un organismo extranjero, ya sea con fines jurídicos o técnicos. Más concretamente, el debate más reciente se centra en la protección frente a los servicios secretos y de inteligencia de otros países, y en particular, de Estados Unidos.
En todo caso, cabe cuestionarse si este planteamiento resulta realista en un mundo globalizado. Lo que caracteriza a la nube es, en primera línea, la capacidad de aprovisionar rendimiento de cálculo y espacio de memoria con la máxima eficiencia, flexibilidad, seguridad y rentabilidad. En realidad, solo las grandes compañías están en condiciones de brindar estos servicios manteniendo una oferta competitiva y precios asequibles. La mayoría de los proveedores potenciales de una nube nacional suelen operar a escala internacional y cuentan con filiales en la mayoría de los países industrializados más importantes. Las autoridades de estos países no tienen más que ejercer suficiente presión sobre dichas sociedades afiliadas para recabar los datos que desean. Por lo tanto, es dudoso que una nube nacional pueda garantizar la supuesta protección adicional.
Marco jurídico
Un segundo aspecto que aborda este debate es la legislación de los diferentes países. Muchos consideran que la normativa de su propio país es la que mayor garantía de protección puede ofrecer. Tanto es así que, incluso en una Europa unida, dichos países rechazarían una nube a escala europea por no confiar ni siquiera en el sistema legal de sus vecinos.
Anteponer la seguridad a la nacionalidad
En realidad, ambos aspectos apuntan a la seguridad, y no a la nacionalidad. En lugar de una nube nacional, lo que necesitamos es una nube segura. Y esta seguridad debe estar garantizada en el nivel de las aplicaciones. Con DocuWare, todos los documentos en la nube están cifrados. Incluso en caso de que una autoridad del exterior intentara forzar el acceso a los documentos, tendría que realizar un enorme esfuerzo para descifrar y descodificar los datos. Y, si alguien dispone de la capacidad para hacerlo, es probable que consiga igualmente acceder a cualquier nube, independientemente de su país de origen o ubicación.
Las aplicaciones en la nube de un proveedor de calidad ofrecen ahora más seguridad que cualquier software instalado localmente. Aun así, la seguridad absoluta no es posible, ni siquiera en una nube nacional. Por eso, lo que necesitamos son aplicaciones en la nube seguras que conformen el núcleo de todo sistema. En un mundo globalizado del que todos los países se benefician, la idea de una nube nacional es simplemente un anacronismo.
¿Qué opina usted al respecto? Escríbanos un comentario con su opinión. Esperamos que surja un interesante debate.