Antes de introducir el sistema de gestión documental, la mayoría de los documentos en CADÍ se guardaban en formato papel. Más de 1.200 facturas entrantes y salientes, autoliquidaciones, cargos y abonos se almacenaban cronológicamente cada mes en cajas, ocupando un espacio considerable de la oficina. A las facturas se sumaban los diferentes documentos electrónicos en los servidores, así como los correos en las bandejas de entrada individuales de los empleados.

La multitud de archivos paralelos no ayudaba a mantener un estilo de trabajo eficiente. En caso de que los empleados necesitaran consultar por ejemplo una factura de un cliente, tenían que ir al archivo, buscar la caja del mes correspondiente, sacar todas las facturas y pasarlas una a una hasta encontrar el recibo con el número correspondiente. La búsqueda era tan laboriosa que casi siempre se prefería volver a imprimir la factura desde el sistema ERP. Gestionar los documentos en el servidor mediante una estructura de carpetas tampoco resultó fácil: cuantos más documentos se acumulaban allí, menos claro era el almacenamiento. En vez de una versión, podían encontrarse varias copias desactualizadas en el mismo lugar.

País:
España
Sector industrial:
Producción
Departamento:
Administración | Contabilidad | Ventas
Implementación:
On-Premises